" Yo escuchaba chapotear en el barco los pies decalzos y presentía los rostros anochecidos de hambre. Mi corazón fue un péndolo entre ella y la calle.
Yo no sé con qué fuerza me libré de sus ojos, me zafé de sus brazos.
Ella quedó nublando de lágrimas su angustia tras de la lluvia y el cristal, pero incapaz para gritarme: ¡ Espérame, yo me marcho contigo!"
Miguel Otero Silva
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